En una de las escenas de la película In Time (Niccol, 2012: 28’42”) Will Salas camina a toda prisa por la acera del prestigioso distrito de New Greenwich, mientras es observado por los transeúntes, quienes lo miran con asombro ya que no es común ver a un hombre caminar con tanto afán por aquel sitio (aunque su apariencia física y su traje pretendan camuflarlo entre los viandantes).
En otra de las escenas, que ocurre un día después en un restaurante del barrio, Will es abordado por una de las camareras mientras come a toda prisa.
Camarera:
-¿No eres de por aquí, verdad?
Will la mira asombrado y hace un gesto de no entender la pregunta.
Camarera:
- Lo haces todo demasiado rápido (le susurra a su cliente en un acto de complicidad a modo de advertencia por si está huyendo con un botín representado en horas de tiempo, sin duda una cantidad que no está acostumbrado a poseer).
Aunque se trata de una película de ficción donde el valor transaccional del dinero es remplazado por tiempo, podríamos afirmar que en realidad el tiempo es el valor de la vida moderna y su gestión depende en gran medida de la movilidad: de los desplazamientos cotidianos que se realizan para acceder a un bien, servicio o para la realización de actividades periódicas.
La movilidad, así, en tanto que fenómeno social puede ser conceptualizada como un reloj que otorga y quita tiempo a unos y otros, constituyendo una experiencia vital, tanto a nivel individual como colectiva.
En esta línea, la movilidad cotidiana en tanto que fenómeno urbano, es una realidad compleja que involucra variables territoriales y socioeconómicas, en las que la condición individual de cada viajero/a y su relación con el espacio de tránsito son relevantes. De hecho, esta realidad se constituye como un nuevo paradigma de estudio para diversas áreas del conocimiento, entre ellas la antropología y la comunicación.
El nuevo paradigma de la movilidad
Así, el nuevo paradigma de la movilidad surge con el siglo XXI desde las Ciencias Sociales tanto desde la perspectiva de la distancia-tiempo, como desde la experiencia compleja cargada de significados e inmersa en una red de relaciones. En esta realidad, las nuevas tecnologías de la información juegan un papel preponderante, conectando distancias y también coadyuvando a la creación y recreación de narrativas alrededor de los desplazamientos.
Distancia y tiempo como vectores de la velocidad han sido los ejes del desarrollo de la movilidad en las últimas tres décadas, marcadas por la masificación del automóvil. Este invento revolucionario es omnipresente cuando se piensa en términos de escala del territorio.
Distancia y tiempo
Así, el automóvil, considerado el motor de la modernidad y el símbolo del progreso de la sociedad capitalista, ha sido la inspiración para el diseño y distribución de las funciones de movilidad de las ciudades. No es una novedad reconocer que en la gran mayoría de regiones metropolitanas del mundo el impacto del automóvil es alto, con todo lo que ello implica en dependencia de combustibles fósiles, especialmente en territorios caracterizados por su baja densidad y en problemas medioambientales y pérdidas socioeconómicas relacionadas con las retenciones de tráfico.
La movilidad: una experiencia compleja
Desde esta perspectiva. lo primero que podemos observar es la complejidad del fenómeno. Así, las personas que viajan por razones que pueden ser de trabajo, o estudio o por motivos personales toman sus decisiones en un complejo contexto de disponibilidad de alternativas de transporte y de significación de éstas. Por tanto, estos desplazamientos no deben analizarse únicamente con un enfoque instrumental relacionado con el uso de un medio de transporte y las distancias recorridas.
La movilidad de acuerdo con Cresswell debe tener en cuenta el cómo, el cuándo y por dónde nos movemos, en el mismo nivel de importancia en el que se ubica el lugar donde viven las personas, ya que en los espacios de tránsito confluyen fuerzas internas y externas e imaginarios culturales que configuran la experiencia del viaje en términos de jerarquías. Estas jerarquías están relacionadas con categorías sociales, económicas y culturales que van a determinar quiénes tiene mayores posibilidades de moverse con fluidez y de manera confortable.
A partir de este argumento surgen preguntas acerca del trayecto en relación con las fuerzas internas y externas que motivan el viaje, la velocidad, el ritmo, la ruta, las sensaciones experimentadas y las fricciones o inconvenientes existentes, en una sociedad cuyos comportamientos son de orden complejo y “líquido”, tal como lo plantea Bauman.

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